Defensa de la Fé

Defensa de la Fé
y la sana Doctrina.

viernes, 18 de junio de 2010

Se acercaba el día en el que Satanás iba a dar al mundo su propia versión de la iglesia cristiana. El paganismo iba a recibir una nueva cara. El hombre que el Enemigo utilizó, fue el mismo emperador. En el tiempo de ese hombre, el cristianismo estaba extendiéndose por todas partes y realmente amenazaba no sólo el paganismo, sino el propio trono del césar. Por lo tanto, el emperador Constantino siguió el mismo patrón que Nerón de levantar iglesias falsas, sin embargo, los cristianos estaban preparados, y reconocían a los falsos cristianos que no conocían ni respetaban las Escrituras.
Para aprovecharse de esa ola de crecimiento del cristianismo y dar credibilidad a sus iglesias falsas, Constantino mintió al mundo y a todos. Dijo que se había convertido en cristiano aunque nunca permitió que le bautizaran. La realidad es que ese emperador adoró al dios-sol (Baal) hasta su muerte. Le bautizaron después de expirar, en su lecho de muerte.
Con el tiempo, esas iglesias falsas levantadas por Nerón con su concepto pagano del cristianismo se convirtieron en el Catolicismo Romano. En realidad Constantino fue el primer papa, porque ostentó el poder espiritual y el poder temporal. Proclamó un edicto de tolerancia para hacer salir a los creyentes de sus escondites; pero sólo los que aceptaban su clase de “cristianismo”, puro catolicismo-romano, tenían verdadera protección.
Con ese tipo de cristianismo-paganismo, la observancia de las Escrituras se fue dejando de lado para empezar una liturgia de corte pagano. Los cristianos verdaderos sabían que Constantino era un anticristo, y se ocultaron mientras el catolicismo romano barría Europa.
La “conversión” de Constantino
La historia de la “conversión” de Constantino fue así: En el año 312 d.C., el ejército de Constantino peleaba contra su enemigo, el general Magencio el cual, al igual que Constantino, aspiraba al trono de Roma. Durante esa batalla dice el que luego fuera emperador, que vio una señal en el cielo, una cruz, y las palabras “por este signo vencerás”.
“La supuesta cruz volante que vio Constantino al ir contra Magencio”
¿Será que Dios veía que ese hombre, adorador del sol, luchaba por una causa justa cuando lo hacía por su propio egoísmo megalómano? ¡No!, ese mensaje no podía ser de Dios. Allí también se cumplió las palabras del apóstol Pablo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3).

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